Esa mejoría obedeció sobre todo a la depreciación de la peseta en un 4 por ciento, en tanto que el 0,7 por cien restante se explica por la positiva evolución de la inflación, que creció esas siete décimas menos que el resto de estados de la OCDE.

El resultado es algo menos brillamente en relación sólo a los paises de la Unión Europea, frente a los cuales la competitividad exterior aumentó un 2,8por cien, 2,1 puntos por la depreciación de la peseta y 0,7 por la marcha de los precios.

El mes de agosto, el Ministerio de Economía estima que el Indice de Tendencia de la Competitividad (ITC) mejoró otro 0,1 por ciento, gracias a una depreciación de la moneda del 0,3 por cien y a pesar de un empeoramiento del 0,2 puntos en los precios relativos.

El ITC mide la marcha de la competitividad que se logra exclusivamente como consecuencia de un abaratamiento de los precios de las exportaciones, algoque puede ocurrir por dos vías: la devaluación de la divisa nacional o una inflación menor que los competidores. No tiene en cuenta otros factores menos fácilmente cuantificables, como la promoción exterior de marcas o productos y la inversión en la apertura de nuevos canales de distribución, por ejemplo.