Esta mejora se produjo por la depreciación de la peseta frente a divisas como el dólar americano, el dólar canadiense, la libra esterlina y, en menor medida, el yen japonés. Esta caída compensó sobradamente el aumento de los precios relativos.

La competitividad española también mejoró un 1,7% respecto a los paíss comunitarios, a pesar del aumento del diferencial de inflación español con la media de la UE, que también provocó una subida de los precios relativos.

Sin embargo, el Ministerio matiza que lo previsible es que disminuya la brecha inflacionista con Europa, debido a que el repunte de precios se ha debido a los componentes más erráticos del IPC: los alimentos y la energía.