UN COMANDANTE QUE ENTRO CON UN REVOLVER Y GRANADAS EN EL CGPJ ALEGA QUE SE LE "CRUZARON LOS CABLES" POR AGOTAMIENTO
- Ha estado ingresado más de tres años en psiquiátricos pese a que el informe señalaba que estaba "normal"
- La Sala Primera de la Audiencia Nacional aplazó hoy el juicio por falta de testigos
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El teniente coronel Alfonso Pérez-Olagüe, juzgado hoy en la Audiencia Nacional por interrumpir, revólver en mano y concinco granadas de instrucción, una reunión ordinaria de la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), alegó ante el juez que se le "cruzaron los cables" y que "estaba muy nervioso y tenía un agotamiento tremendo".
El juez de la sección tercera de la Sala Primera de la Audiencia suspendió hoy el juicio contra Pérez-Olagüe al no presentarse a declarar un perito que debía atestiguar si el militar necesitaba tratamiento psiquiátrico tras realizar la acción por la que es juzgado.
Alfonso Pérez-Olagüe era comandante cuando irrumpió armado en la sala de la Permanente del CGPJ el 19 de octubre de 1989, aunque precisó en el juicio que "no quería hacer daño, sólo quería armar ruido".
El entonces comandante quería protestar por una supuesta indefensión a la que le sometió la Audiencia Territorial de Valencia, y posteriormente el Tribunal Constitucional al rechazar un recurso de "súplica", por una cantidad ecónomica que al parecer le debía un particular.
Tras la vista, el teninte coronel no dudó en afirmar que habría utilizado el arma y las granadas "si no hubiera quedado más remedio", aunque también insistió en que tal acción no habría provocado "derramamiento de sangre" entre los vocales presentes en la sala.
El militar ha sido ingresado en varios centros psiquiátricos desde su detención por la Guardia Civil en octubre de 1989 hasta noviembre de 1992, en que recibió la libertad condicional. El entonces juez de la Audiencia Baltasar Garzón se encargó del procesamiento delmilitar.
HISTORIA ESTRAMBOTICA
El teniente coronel Pérez-Olagüe aseguró a Servimedia que las autoridades judiciales hacían "caso omiso" de sus alegaciones y le enviaban de un psiquiátrico a otro pese a que el informe que se le realizó denotaba que "estaba normal y no precisa medicación".
El último de los centros por los que ha pasado Pérez-Olagüe ha sido el penitenciario psiquiátrico de Fontcalent, en Alicante, donde ha permanecido hasta que le concedieron la libertad provisional hace algo más e un año.
El militar explicó, visiblemente afectado tras la vista, que estuvo en Fontcalent "como un preso más, haciéndoles el bien que he podido (al resto de los presos), dándoles clases de inglés y aguantando mecha hasta que me han soltado".
Por si a alguien la situación no le parecía esperpéntica, un simpatizante de Pérez-Olagüe repartía hojas a los viadantes mientras el militar explicaba a los periodistas su posición.
En estos papeles podía leerse una explicación del caso con un gran encbezamiento en el que se lee "españoles" y el siguiente apunte final: "En el juicio del día 18F en la Audiencia Nacional: o gana la 'justicia' o pierde el 'pueblo español'".
NUEVO ENCIERRO
Durante las consideraciones previas del juicio, la fiscal ha pedido al juez que Pérez-Olagüe vuelva a ingresar en un centro psiquiátrico para recibir tratamiento y que le sea retirada la licencia de armas. El militar ha insistido en la vista en que se encuentra "perfectamente".
El juicio, que ha sido aplazado asta el próximo 7 de marzo por la ausencia de un perito, abarcó hoy la declaración de quince testigos. Entre los presentes en la sala cuando el comandante irrumpió armado, todos aseguraron que el militar les apuntó con el revólver. El acusado llegó a decir que si destrozaba algo "lo pagaría".
El teniente coronel Pérez-Olagüe negó que apuntara a nadie en la sala, aunque reconoció que había desenfundado su arma. "La mantuve siempre apuntando al suelo, junto a la cintura, y siempre permanecí en posición e firme. Si alguno de estos señores (en referencia a los vocales de la Permanente del CGPJ) se impresionan demasiado, ya no es culpa mía", dijo.
El militar, según los testigos, afirmó que se tranquilizó cuando uno de los vocales de la Permanente le ofreció un vaso de agua. "No, su señoría. Muchas gracias", le dijo Pérez-Olagüe. "Entonces pedí permiso para guardar el arma y abandonar la sala", explicó.
Cuando salió de la sala con el revólver en el bolsillo, le esperaban un comisario y varios guardas civiles, a los que entregó su arma. Sin embargo, según el teniente coronel, las cinco granadas no las entregó hasta que le ingresaron en los calabozos de los juzgados de la Plaza de Castilla.
Entre los testigos que participarón hoy en la vista estaban el ex fiscal general del Estado Javier Moscoso y Enrique Beltrán, jefe de la Fiscalía de la Audiencia Territorial de Valencia.
(SERVIMEDIA)
18 Feb 1994
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