La sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo relata que en abril de 1991, la niña, que se encontraba en el aula de plástica del "Colegio Quinbel" sentada junto a las tres ventanas de la clase, se subió a su pupitre, pasó al alféizar de una ventana y saltó al vacío. Cayó sobre una terraza del primer piso, por lo que resultó gravemente herida.

El Alto Tribnal señala que las ventanas del aula estaban a 68 centímetros del suelo, de forma que se podía acceder fácilmente a ellas desde el banco o el pupitre, y carecían de cierres de seguridad, redes o barrotes de protección, por lo que considera que el colegio es en parte responsable del percance.

En este sentido, insiste en que, aunque la caída de la menor no se produjo accidentalmente, sino que fue un acto voluntario, "no hay duda de que dicha acción pudo evitarse si el 'Colegio Quinbel' hubiera adoptado as medidas de precaución posibles y socialmente adecuadas, en consonancia con las normas de seguridad" de la Generalitat catalana.

Además, el Supremo resalta que "no puede exigirse a los menores el mismo grado de madurez en su actuar que a una persona adulta", por lo que la conducta de la niña no se estima como "única causa" de la caída.

De esta forma, el Alto Tribunal rechaza el recurso de la aseguradora "Winterthur" y ratifica la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, que la condenaa a pagar una indemnización de 10 millones de pesetas por la responsabilidad del colegio.