En un comunicado, la FELGT señala que la jerarquía católica usa como chivo expiatorio a los homosexuales, cuando los escándalos de pederastia deben combatirse con rigor y mano dura.

Según el colectivo homosexual, esta medida rompe una tradición finisecular que consistía, o bien en el seguimiento del lema "no lo digas, no lo preguntes", o bien en obviar la orientación sexual del aspirante, ya que, al fin y al cabo, había de ser célibe.

Para Juanjo Broch, responsable del área de Asuntos Religiosos de la FELGT, "si se mantiene la actual disciplina del celibato sacerdotal, esto supone una flagrante discriminación por motivos de orientación sexual, ya que no hay datos que permitan afirmar que los seminaristas homosexuales estén menos capacitados que los heterosexuales para vivir en estado celibatario en el futuro".

Según lo que ha trascendido del documento, se plantearía la medida para garantizar la buena convivencia en el interior y evitar el acceso a los centros de formación del sacerdocio a aspirantes homosexuales, ya que su presencia les causa problemas a ellos y a sus compañeros heterosexuales.

A juicio de la FELGT, impedir el acceso a los seminarios de los aspirantes con tendencias homosexuales reafirmará la práctica del "no lo digas, no lo preguntes", con lo cual entre los seminaristas y sacerdotes aumentará la soledad, el dolor y los sentimientos de culpabilidad en algunos casos, o la práctica de la doble moral y la hipocresía en otros.

"Si la Iglesia católica quiere hacer frente a esa gran 'traición estructural de la confianza' que se llama pederastia clerical, tendrá que plantear otras medidas que se basen en más rigor y mano dura y que no consistan en la tradicional utilización de las personas con tendencia homosexual como chivos expiatorios. Estas medidas no sólo son injustas sino de dudosa eficacia y muy hipócritas", subrayó Juan Broch.