Hace más de dos décadas que un supermercado de Valencia puso a la venta el primer producto con código de barras comercializado en España, que era un estropajo.

Actualmente, este sistema está plenamente instaurado en todo el mundo, ya que ha superado el ámbito comercial para servir como factor de identificación en multitud de productos.

La AECOC ha calculado que este sistema de catalogación de productos ha servido al consmidor para ahorrar alrededor de 24 horas al año al realizar sus compras habituales, ya que las cajeras han dejado de teclear los precios de forma manual con la ayuda del lector automático, y se evitan las colas.

Por todo ello, la patronal de comercio aseguró que este sistema "ha servido de inspiración" a mundos tan diversos como el de la moda o el de la creación artística, ya que "no hay que olvidar que vivimos rodeados de códigos".