Estos cánones, que deben ser predecibles para favorecer las inversiones a largo plazo que han de acometer las compañías, se componen principalmente de dos partes: el canon propiamente dicho, que debe reflejar los costes variables en función del tráfico, y el recargo, que puede añadirse solo cuando el mercado puede aceptarlo, para recuperar otros costes asumidos por los administradores de infraestructuras.

La CNMC es competente para supervisar los cánones y ha elaborado un proyecto de comunicación sobre los principios y criterios que guiarán su actuación en el ejercicio de esa función.

La consulta pública estará disponible hasta el próximo 22 de diciembre y las observaciones serán públicas, salvo que se indique lo contrario.