LA CLASE DIRIGENTE ESPAÑOLA TIENE SU PARTE DE CULPA EN EL "RETRASO ESTRUCTURAL" DE NUESTRO PAIS, SEGUN LA CE
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El nivel de formación de la clase dirigente, política y empresarial, es una de las causas del "retraso estructural" de algunas regiones y estados de la Comunidad Europea, entre ellos España, según un dictamen del Comité Económico y Social (CES) de la CE sobre "La cohesión económica y social".
La noción de "retraso estructural" no cabe reducirla únicamente a categorías económicas, sino que comprende también aspectos culturales, sociales y políticos, explica el informe de la CE. "Tiene que ver por tanto también con la infraestructura civil y social, la calidad de los servicios a los ciudadanos y las empresas, los niveles y la calidad de la educación básica y de la formación profesional, las estructuras políticas y administrativas y la calidad de la clase dirigente", indica el CES.
"En consecuencia", añade, "entraña también el nivel de formación de la clase dirigente (política y empresarial), que a menudo no posee los instrumentos ni la iniciativa para poner en marcha el poceso de desarrollo".
La preparación de la clase dirigente forma parte del complejo entramado de causas que son responsables, según el CES, del actual dualismo económico de la CE y algunos estados miembros, como España, Italia y recientemente también Alemania.
El dictamen del CES, de 27 de febrero de 1992, constata que una cuarta parte de la población de la CE (76 millones de pesetas) vive en regiones con rentas per cápita inferiores como mínimo al 75 por ciento de la media comunitaria, áreas loclizadas principalmente en la cuenca mediterránea.
Las perspectivas de la oferta de trabajo para el próximo decenio son de un aumento de 2 millones en las regiones meridionales y una caída de 500.000 unidades en el resto de la CE. "No hay más alternativa que un desarrollo sostenido", concluye el documento.
RECURSOS HUMANOS
El primer problema, "y el más importante, estriba en la dificultad de adecuar y recualificar en breve tiempo la calidad de los recursos humanos a las necesidades de un desarrolo moderno de la economía y de la sociedad".
El segundo elemento es la dificultad de acceso al capital. En las regiones más desfavorecidas, el coste del dinero es generalmente más alto y más difícil de reducir, precisamente por la necesidad de reducir la inflación. Ello se debe "en gran medida" a la "obsolescencia, en dichas regiones, de los mercados financieros y de las estructuras crediticias", indica la CE.
"La insuficiencia de estos dos factores fundamentales retrasa indudablemente el desarrolo endógeno", afirma el CES, "pero además ejerce un sensible efecto disuasor sobre la inversión proveniente del exterior".
En cuanto a la remuneración media horaria bruta, en 1989 osciló entre unos 2 ecus en Portugal y Grecia y 11 ecus en Dinamarca y 9 en la RFA. Aún teniendo en cuenta las diferencias en los niveles de precios y en la estructura del consumo, las variaciones siguen siendo grandes, señala el CES: de un poco más de 4 unidades de poder adquisitivo (UPA) en Portugal a 11 en Luxemburgo y Diamarca para los trabajadores de la industria.
El dictamen advierte que un nivel bajo de costes laborales no constituye necesariamente un factor positivo de competitividad ni una condición para atraer nuevas inversiones. "De hecho", agrega, "los salarios bajos van generalmente acompañados de una productividad más baja".
Además, el gasto social de los países y de las empresas varía considerablemente. Este oscila entre el 13 por ciento del PIB en Portugal y el 32 por ciento en los Países Bajos y ente el 30 por ciento del coste laboral horario en Irlanda y el 47 por ciento en Francia, respectivamente.
Es decir, en la CE la cobertura de la protección social es menor allí donde mayor es la proporción de población en situación de necesidad grave. "Esto, con ser perfectamente explicable desde un punto de vista económico, resulta tanto menos aceptable cuanto más se avanza hacia la unión económica y política", señala el Comité Económico y Social.
(SERVIMEDIA)
03 Jul 1992
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