En su carta pastoral, titulada "La familia ¿buena o mala noticia?, el arzobispo de Pamplona, asegura que "es más triste que haya familias nacidas de un matrimonio-sacramento en el que no alienta el sentido religioso y no puede animar ni el mutuo amor de los esposos ni el de padres e hijos, ni mucho menos la caridad abierta a todos los hombres".

Entre los contravalores que afectan a la familia española, Cirarda destaca el afán de placer y de comodidad "que han penetrado en muchas familias, alimetando egoísmos y eliminando la noción misma del sacrificio", así como el indiferentismo religioso y el pragmatismo amoral "que termina no reconociendo más norma de conducta que el propio interés".

En su opinión, los dirigentes comunistas "no se equivocaron cuando trataron de desintegrar la familia mediante la intromisión del Estado en la vida hogareña, a fin de poder realizar su horrendo proyecto de un mundo construido a imagen y semejanza de sus principios materialistas y donde lo consiguieron, sus peblos aparecen hoy sumidos en profunda postración".

"Por el contrario -continúa Cirarda- donde las familias se mantuvieron firmes en sus valores esenciales ante los embates del comunismo, la sociedad se muestra vigorosa y su recuperación está resultando incomparablemente más fácil".