Los investigadores descubrieron que el hecho de someter al órgano, antes de ser trasplantado, a cortos y sucesivos periodos de interrupción del riego sanguíneo, le protege frente a la agresión a la que será sometido cuando sea implantado. Los beneficios de este descubrimiento se pueden aplicar a órganos como el hígado, el pulmón,el páncreas o el intestino.

Durante la investigación, que ha sido financiada por el Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS), los autores han conseguido describir los mecanismos moleculares que se producen en el proceso y plantear nuevas vías terapéuticas para evitar la pérdida del órgano.