Todo empezó el mes pasado, cuando 26 niños belgas fueron hospitalizados por padecer síntomas poco definidos después de beber Coca-Cola. Durante los siguientes días se sucedieron casos similares y cientos de personas colapsaron las líneas telefónicas del Centro Nacional de Envenenamiento, relatando síntomas parecidos por haber consumido el refresco. La respuesta de las autoridad belgas fue prohibir la venta de las bebidas de la multinacional.

Coca-Cola realizó análisis en la roducción presuntamente tóxica y descubrió la presencia de dos sustancias químicas. Pero "es improbable que esas concentraciones provocaran un tipo de toxicidad que no fuera un olor anormal", afirma Benoit Nemery, investigador de la Universidad de Leuven, en Bélgica.

Este científico y su equipo creen que los síntomas fueron desencadenados por un tipo de histeria colectiva que define como "una constelación de síntomas de una enfermedad orgánica, sin causa identificable, que ocurren entre dos o más persnas que comparten creencias relacionadas con esos síntomas".

Los científicos apuntan como factores desencadentas de la histeria que el problema comenzara con niños, la intensa cobertura de los medios de comunicación y el telón de fondo de la contaminación por dioxina, entre otros.

Los científicos sugieren que para terminar con el brote de histeria es necesario que la comunidad médica informe de que no hay peligro y una investigación que descarte las presuntas causas.