En declaraciones a Servimedia, Elizalde señaló que, en el 95% de los casos, las personas que hacen cursos de verano fuera de España escogen países de habla inglesa. Un interés que Elizalde justificó en que "estamos a la cola de Europa en cuanto a conocimiento del inglés".

Entre el 65 y el 70% de quienes hacen este tipo de viajes de verano son menores de edad, frente a un 35-30% de adultos.

Julio suele ser el mes en que se realizan estos viajes, sobre todo en el caso de los menores de edad, que reservan agosto para sus vacaciones familiares.

En cuanto a los destinos, los principales siguen siendo Irlanda y Gran Bretaña, sobre todo para los más jóvenes, al ser destinos más cercanos y baratos.

Cuando los niños disponen de más tiempo, o bien en el caso de adultos, que pretenden viajar a lugares en los que encontrarán menos compatriotas por las calles, las distancias se alargan hasta Canadá, Estados Unidos o Malta.

Los más 'exóticos' eligen viajar a Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, o bien a países en los que se habla otra lengua, siendo Francia el destino principal, fuera de los 'ingleses'.

El precio suele rondar los 2.200-2.500 euros (cuatro semanas, con vuelo, alojamiento, seguro médico y excursiones incluidas), cuando el viaje es a un país europeo, y se incrementa en cerca de mil euros, cuando es a Estados Unidos.

Según Elizalde, el volumen económico global del sector ronda los 400 millones de euros, de los que cerca de 280 provienen de empresas de ASEPROCE.

Elizalde apuntó que España se ha convertido en uno de los países que más estudiantes envía en verano al extranjero. La mayor parte de los viajeros se alojan en familias, más que en residencias.

Por otra parte, Elizalde incidió en la importancia de contratar estos viajes con "empresas profesionales" lo que, reconoció, a veces es difícil de saber para los usuarios, ya que "en España aún no hay regulación específica" para los centros que gestionan cursos en el extranjero.

Además, matizó que, antes de contratar uno de estos cursos, hay que asesorarse bien, ya que "no todos los cursos valen para todo el mundo", sino que deben adaptarse a las características del estudiante (nivel de idioma, lugar de residencia, clima, etcétera).

Finalmente, puntualizó que, antes de firmar, es importante conocer las condiciones generales del contrato, para evitar que "las expectativas se vean defraudadas". Así, hay que leer la "letra pequeña" para saber qué duración tienen las clases (una hora o 45 minutos), si el alojamiento incluye pensión completa o media pensión, o si el libro está incluido o tendrán que pagarlo aparte.