En una entrevista publicada por la revista "Vida nueva", García Aracil asegura que "el ansioso apetito de bienestar material, el desenfrenado protagonismo del ego y el lucro sin escrúpulos son los motivos que subyacen a una crisis que, erróneamente, se cifra en su dimensión económica".

"No niego la importancia del problema económico y son pocos los esfuerzos realizados desde instancias políticas, financieras y de cooperación internacional. Pero si las causas son antiguas, profundas y diversificadas es absolutamente necesario comenzar a dialogar, a proponer y a programar vías de solución", asegura el prelado.

En este sentido, García Aracil subraya que "la Iglesia defiende las actitudes y los procedimientos que brotan de un profundo respeto a la dignidad de la persona y a los derechos fundamentales de los seres humanos y de los pueblos".

El prelado concluye que "se trata de elaborar unos principios de justicia y equidad exigidos por la recta razón, teniendo en cuenta a todos los hombres en su integridad".