Esa fue una de las afirmaciones que hizo García Calvo en el curso de poesía popular y literatura que actualmente desarrolla la Universidad Complutense de Madrid, en la localidad almeriense de Aguadulce.

"La firma destruye una obra", aseguró también Agustín García, para quien "la medida de todo lo bello en términos económicos, el comercio de todo tipo de arte, hace que la firma sea más importante que el cuadro, que el autor sea más importante que el poema". A García Calvo no le gusta referirse a épocas porque para él parcelar el tiemposignifica la muerte. El engaño de este siglo consiste en "la creencia de que el placer o el entendimiento pueden comprarse", dijo el poeta madrileño.

Sobre la desaparición de los cantautores o de personas o grupos que "musicaban" la poesía más tradicional española, consideró que casi todos se desarrollaron al amparo de la dictadura "porque tenían algo común contra lo que rebelarse".

"Hoy", añadio el catedrático, no me extraña nada que hayan perdido su lugar porque las multinacionales sólo 'idiotizan' a la mal llamada juventud, con textos absurdos y músicas no menos absurdas".