La formación nacionalista pretende separar la negociación sobre la presidencia del Parlamento de los posibles acuerdos con otras fuerzas políticas para conseguir la investidura de Jordi Pujol.

En 1995, tras las anteriores eleccions autonómicas catalanas fue el socialista Joan Reventós el que se hizo con la presidencia de la Cámara catalana, con el apoyo de los socialistas, IC, ERC y el PP.

En aquel año, CiU colaboraba con el Gobierno de Madrid en manos del PSOE. Ahora, señalan las fuentes consultadas, la situación es muy diferente: el PP necesita la ayuda de los convergentes en Madrid y su falta de apoyo a Rigoll "tendría repercusiones" sobre la colaboración de ambos grupos en el Congreso.

Desde CiU tampoco dejan de señalr que la elección del presidente del Parlament se producirá antes de que estén aprobados los Presupuestos Generales del Estado del año 2000, cuya tramitación podría encontrarse con algunos obstáculos de aquí a final de año.

Convergencia y Unió no desea, sin embargo, depender totalmente de los votos populares para desarrollar su acción de gobierno en los próximos cuatro años. Según diputados de CiU, se buscará en primer lugar el acuerdo con ERC.

CiU no tiene inconveniente en que Esquerra se integr en el gobierno de la Generalitat, pero admitiría apoyos externos de la formación independentista, que prefiere esa fórmula por temor a que una coalición de gobierno con Pujol pueda perjudicar sus intereses electorales.

Los convergentes reconocen que están en los prolegómenos de la negociación sobre la formación de gobierno y rechazan, en principio, un acuerdo permanente y formal con el PP porque su electorado castigaría esos coqueteos.

Sin embargo, reconocen que un apoyo del PP a Rigol como presdente del Parlamento catalán debería ir acompañado por una política de gestos hacia los populares que arrope su ayuda a CiU.