Ante unas quinientas personas que llenabn un cine de la localidad barcelonesa, Pujol dijo que además, de acuerdo con las encuestas de que él dispone, quienes realmente están preocupados con la cuestión lingüística son los votantes de CiU, que temen un retroceso del catalán, mientras que las personas afines al PP no ven en peligro el castellano.

Pujol aseguró que no quiere hacer promesas electorales para que no le pase como al Gobierno francés, que ha tenido que someterse a una remodelación pocos meses después de su constitución.

Asimiso, se mostró convencido de que CiU acude a las próximos comicios catalanes con la credibilidad ganada en las 19 elecciones en las que ha participado desde la restauración democrática.

Su única referencia directa a la política española fue para señalar que, tras las elecciones generales de marzo, el Gobierno catalán, que dio por sentado que estaría controlado por CiU, tendrá que seguir negociando con el Ejecutivo central para hacer "la buena política que hemos hecho hasta ahora".

Pujol, que no hiz ninguna referencia a sus adversarios a la presidencia de la Generalitat, insistió en explicar su labor de gobierno y puso como ejemplo de los logros conseguidos que ningún catalán está a más de 30 kilómetros de un gran hospital y que la Generalitat ha concedido 107.000 ayudas entre el 92 y el 95 para el acceso a la vivienda, lo que supuso una inversión de 30.000 millones de pesetas.

Bromeando sobre las ventajas sanitarias propiciadas por la Generalitat, Pujol llegó a decir que el problema que tienen hora algunos catalanes es que "no saben donde ir a morirse", ya que disponen de varios hospitales alternativos.

Acompañaron a Pujol en el mitin tres de sus consejeros en el último Ejecutivo de la Generalitat: Macià Alavedra, titular de Economía y Finanzas; Artur Mas, de Política Territorial y Obras Públicas; y Albert Vilalta, de Medio Ambiente.