Según este estudio, las transformaciones del clima se están traduciendo en una mayor preocupación de los accionistas por las políticas medioambientales de las empresas.

De este modo, según Marsh, cualquier pérdida que pueda asociarse a una mala gestión medioambiental (como la pérdida de competitividad, valor de la acción, de la marca o reputación) puede conllevar una demanda contra los directivos de las empresas.

Estas demandas pueden venir motivadas por la imprevisión de la junta directiva ante un cambio legislativo en materia medioambiental en cualquiera de los mercados en los que opere, o por la brecha que puede abrir una empresa del sector que se adelante y haga públicas sus políticas y estrategias "verdes", logrando así ventaja competitiva sobre los rivales.

Además, el creciente interés de los consumidores por las medidas contra el cambio climático, así como por los problemas de emisiones contaminantes y abastecimiento energético, están también en la base de este riesgo, ya que los colectivos sociales pueden presentarse, igualmente, como parte en un proceso judicial.

Por otro lado, el cambio climático puede hacer que la industria aseguradora se resienta, restrinja su capacidad e incremente considerablemente sus primas a aquellas compañías que no hayan tomado medidas para paliar las consecuencias que se derivan de este riesgo.

El informe señala, asimismo, que una buena gestión del riesgo climático y de sus oportunidades de negocio puede resultar clave para obtener ventajas competitivas en el mercado.