Hace unos días, la mujer denunció en la comisaría de Retiro que había heredado una sortija muy antigua, con un diamante engarzado que fue tasado en cuatro millones de pesetas por un amigo suyo entendido en piedras preciosas.

Como no le estaba bien, llevó el anillo a una joyería situada en la calle Panamá para que se lo arreglasen. Cuando fue a recogerlo, y tras abonar dieciséis mil pesetas por la reparación, se lo volvió a nseñar a su amigo, que notó algo extraño en la piedra.

Este aseguró que la original había sido sustituida por una piedra conocida en el gremio con el nombre de "diamante ruso". Según la denunciante, volvió a la joyería y pidió explicaciones por el cambio, pero el joyero negó que se hubiese quedado con el auténtico diamante y dijo que no le importaba que lo denunciase.

Los funcionarios acudieron al establecimiento e interrogaron a José Maese Gamarro, que efectuó el arreglo. Ante la policía reconocó que al desmontar la piedra y volverla a engarzar se equivocó de pieza.