El análisis ha sido realizado por una especialista en el tema, Amparo Comas, desde enero de 1984 a junio de 1990, entre 276 mujeres que ejercen la prostitución en el distrito Centro y que han solicitado atención socio-sanitaria para ellas y sus hijos en el Centro Municipal de Promoción de la Salud de la calle Navas de Tolosa.

El informe analiza exclusivamente la situación de los sctores más deprimidos y marginados de la prostitución madrileña, dejando al margen a las profesionales de la calle de medio y alto nivel, a las mujeres que ejercen en clubes y están sujetas a redes y a las que trabajan en saunas.

Los factores que predisponen y desencadenan la entrada en la prostitución son diferentes de los que aportaban los estudios de los años 70 y 80, realizados en instituciones de Protección y Reforma de Menores o de Protección de la Mujer.

La mayoría de las personas estudiads han crecido en un medio urbano, apenas hay casos de incesto o abusos sexuales, la mitad de ellas son analfabetas totales o funcionales y no tienen formación profesional cualificada.

En general, comenzaron a ejercer la prostitución entre los 16 y los 25 años (aunque algunas lo hicieron después de los 30), la mitad ya tenían uno o varios hijos y son muy pocas las que se han prostituido estando embarazadas o en el primer año de vida del hijo.

De las drogadictas (un 20 por ciento de la muestra, lo ue no quiere decir según la autora que en la realidad se dé esa proporción), sólo la mitad habían consumido estupefacientes antes de comenzar a "hacer la calle".

En cambio, en la década anterior predominaban las mujeres de origen rural, los antecedentes de conducta sexual desordenada, la exclusión social debida al embarazo de soltera y la entrada o vuelta a la prostitución cuando salían de la institución protectora.

"Probablemente", afirma Amparo Comas, "la política preventiva y asistencial esté ún inspirada en situaciones pasadas y no se ajusten a las características de quienes hoy se inician a la prostitución".