Según informó el Instituto Armado, los arrestados en la denominada "Operación Ronin" están acusados de los delitos de asociación ilícita, robos con violencia y secuestros, entre otros, esclareciéndose hasta el momento más de 30 hechos delictivos.

Las investigaciones se iniciaron el pasado mes de enero, a raíz de algunas informaciones que los agentes manejaban y el análisis de diversa documentación que se intervino a otros grupos desmantelados en pasadas operaciones desarrolladas en la Costa del Sol.

La organización delictiva estaba estructurada de manera jerárquica, existiendo un líder, un jefe operativo y otras personas encargadas del apoyo logístico. El dirigente, planificaba, coordinaba y dinamizaba la actividad delictiva de los grupos, quedando bajo su control todo el entramado de la red.

Cuando alguno de los grupos iba a cometer un atraco o hecho delictivo, el jefe les proveía de las armas necesarias y una vez cometido el delito, de nuevo se las retiraba. La organización contaba también con un responsable que supervisaba el estado de las armas de fuego.

Durante los asaltos a las viviendas, los autores utilizaban pasamontañas, guantes, ropa de camuflaje y armas de fuego con las que intimidaban a las víctimas, a las que amordazaban y agredían hasta conseguir las contraseñas de las tarjetas de crédito o cajas de seguridad.