Borrell señaló que la deuda con las constructoras, por obras hidráulicas y de carreteras principalmente, asciende a casi 100.000 millones de pesetas, mientras que la contraida con particulares por la expropiación de terrenos se eleva a 54.000 millones.

El ministro afirmó que el plan irector de infraestructuras, que servirá como marco general de la inversión pública en este terreno durante los próximos quince años, será estudiado por el Gobierno a finales de este año o principios del próximo.

El plan prevé la construcción de 5.000 kilómetros de autopistas y autovías, unidas por otros 1.500 kilómetros de vías rápidas. En 1993, se construirán 1.300 kilómetros de autopistas, dando prioridad a Galicia, el Cantábrico y el corredor del Levante.

En puertos, se dará prioridad a los d Bilbao, Barcelona, Valencia y Tarragona, y en aeropuertos, las principales inversiones se dirigirán a la ampliación de Barajas, potenciando su papel de conexión con América del Sur.

Borrell confirmó que el la linea del AVE que unirá España con la frontera francesa no estará terminada antes del año 2.002, al tiempo que insistió en evitar que el tren de alta velocidad se convierta en un tótem.

Agregó que gran parte de España no podrá tener nunca trenes de alta velocidad, por razones orográficas, anque sí trenes rápidos que podrán alcanzar entre 200 y 220 kilómetros a la hora.