BODA. EL CALOR SE CONVIRTIO EN UNO DE LOS PROTAGONISTAS DE LA CEREMONIA

- El ex presidente Calvo Sotelo y un compañero de equipo de Urdangarín sufrieron ligeras indisposiciones

BARCELONA
SERVIMEDIA

El gran calor que se registró hoy en el interior de la catedral de Barcelona fue el culpable de buena parte de las anécdotas que se produjeron durante la ceremona nupcial de Doña Cristina y Don Iñaki.

Los 32 grados de temperatura que se alcanzaron hoy en Barcelona durante la celebración de la boda provocaron un continuo agitar de abanicos en el interior del recinto e incluso la indisposición de varios invitados, entre ellos el ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo.

En contra de lo previsto, los servicios de seguridad acordaron que las puertas de la catedral permanecieran abiertas durante la ceremonia, tanto el acceso principal como los laterals.

Pero no fue suficiente. Los invitados que no iban acompañados de abanicos tuvieron que echar mano de los ejemplares de la Eucaristía y, en algunos casos, ni eso bastó.

Calvo Sotelo, sentado en las primeras filas por su condición de ex presidente, tuvo que ausentarse del acto para ser atendido por los servicios médicos tras sufrir una lipotinia que le impidió reincorporarse a la ceremonia.

También tuvo problemas con el calor y tuvo que ser atendido Fernando Barbeito, compañero de equipo y migo de Iñaki Urdangarín.

El calor provocó además que el novio tuviera que quitarse el sudor de la frente en numerosas ocasiones, aunque no dio muestras de estar excesivamente molesto por esta circunstancia.

Respecto a la novia, lo más comentado, aparte del vestido, fueron las ojeras que no pudo ocultar en su rostro, fruto del ajetreo de los últimos días, y sobre todo, de la fiesta de despedida que ofrecieron los novios en la noche del jueves.

A pesar del calor y el previsible cansancio, losduques de Palma de Mallorca se mostraron muy sonrientes y relajados durante toda la ceremonia, y no pararon de hacer continuos guiños y gestos de complicidad a sus respectivas familias.

DEL BRAZO

Una de las primeras anécdotas de la jornada se produjo con la llegada de Urdangarín y su madre a la catedral. Tras bajarse del coche y saludar al público, el novio se cogió del brazo de la madre y ésta le "corrigió" enseguida, dado que el protocolo establece que es la madre la que se agarra del hijo.

Ora curiosidad se produjo en la entraga de las arras. A uno de los ayudantes en el oficio se le cayó una de las monedas, cuando se disponía a dárselas a los novios para el intercambio previsto.

En la puesta de los anillos, también fue comentado que Urdangarín se lo colocara a la novia en la mano derecha, a pesar de que la tradición establece en Cataluña que sea en la mano izquierda.

También llamaron la atención la delicadeza con que Urdangarín dio un liquero retoque al velo de la novia y el Padrenestro que rezó éste durante la interpretación del Orfeón Donostiarra.

Al término de la ceremonia, Doña Cristina fue retocada en su maquillaje para subsanar los "desperfectos" causados por el calor y los focos de la catedral.

(SERVIMEDIA)
04 Oct 1997
JRN