Lo dijo durante el ‘Encuentro con la gente: un año trabajando por los derechos sociales y el desarrollo sostenible’, un acto en el que, acompañada por el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, y el de la Agenda 2030, Enrique Santiago, detalló su labor como ministra en el último año.

En su intervención, destacó que la ciudadanía ha asumido que las medidas que el Gobierno puso en marcha durante la pandemia y las impulsadas para afrontar el alza de precios provocada por la invasión rusa de Ucrania es “lo que hay que hacer cuando se ponen las cosas difíciles”.

No obstante, recordó que “no siempre se ha hecho así”, como lo atestigua el hecho de que frente a la crisis financiera de 2012 el gobierno de la época, presidido por Mariano Rajoy, solemnizó “los viernes negros” en los que se aprobaban “recortes de los servicios públicos y rescates a la banca”.

Belarra se refirió sibilinamente a la llegada de Feijóo a la presidencia del PP durante su alocución. Lo hizo observando que esta formación, “que puede hablar más suave, que intenta parecer otro PP, es el mismo PP de siempre”, como lo ponen de manifiesto “los casos de corrupción de Almeida (por el alcalde de Madrid, José Luis) y Ayuso (por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso)”.

"MISMO ADN CORRUPTO"

Esto le sirvió para elevar el tono y afirmar que, pese al cambio de líder, el ‘nuevo’ PP “tiene el mismo ADN corrupto, privatizador, recortador que el antiguo PP”, un partido cuyo “único objetivo político es romper el gobierno de coalición, es quitarle a este país el Gobierno que más estabilidad le ha dado en la última década, y arrastrar al PSOE hacia las políticas de derechas”.

Ante esta situación, llamó a los suyos a “no caer en la trampa” y les conminó a apoyarse en la “mayoría plurinacional y progresista” conformada en el Congreso de los Diputados para poner en marcha “políticas más valientes”, análogas a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la ‘ley trans’ y la reforma laboral.

A pesar de ello, reconoció que “dos de los días más difíciles” que ha vivido como ministra han sido “la asunción de la privatización” y la “falta de luz de los vecinos de la Cañada Real durante la tormenta Filomena”.

Por último, auguró que habrá presiones para no abordar los problemas estructurales que afectan a España, con la excusa de las consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania, ante las que instó a conjurarse para decir que “ahora sí toca”.

Por ello, avanzó que seguirá “poniendo encima de la mesa” la necesidad de asegurar la conciliación familiar y laboral por ley y la importancia de desarrollar una reforma fiscal ambiciosa que garantice los servicios públicos.