Esta fuente, actualmente seca pero una de las más caudalosas de la capital en el siglo pasado, tiene desperfectos en los paramentos y la estatua de Diana, obra de Ludovico Turqui, que la corona.

Las obras, que alcanzarán un coste de 18 millones de pesetas y se prolongarán durante cuatro meses, restaurarán la fábrica de ladrillo, la caliza y el zócalo de granito a los que se quitarán añadidos realizados con morteros de cmento y las figuras de animales a los pies de Diana, y se recuperarán parte de las inscripciones perdidas.

En 1849, tras la demolición de la fuente de Puerta Cerrada, el Ayuntamiento creó la de la plaza de la Cruz Verde adosándola al muro de la huerta del Convento del Sacramento en el mismo lugar en el que la Inquisición realizó el último auto de Fe.

Esta fuente, obra del arquitecto y fontanero mayor del Ayuntamiento, Martín López Aguado, construida en piedra barroqueña, granito y elementos de deribos, podía contener 1.500 cubas de agua procedente del Arroyo del Abroñigal.