Alfonso Martínez, natural de La Unión (Murcia) y vecino de la localidad asturiana de San Juan de Baleño, en Arriondas, vivía temporalmente en casa de su suegra en Oviedo, mientras trataba de encontrar trabajo de albañilen esta ciudad.

Su suegra estaba casada en segundas nupcias con Luis Enrique Ramos Misioné de 83 años quien no veía con buenos ojos la presencia de Alfonso Martínez en su casa y con quien discutía frecuentemente.

Según la sentencia, el 16 de noviembre de 1990, Martínez aprovechó la ausencia de su suegra para discutir con Luis Enrique su situación personal. Este al verle le insultó lo que le dio motivo a una pelea verbal.

El procesado, según el dictamen, "ofuscado por la situación" esgrimió u cazo de porcelana con el que golpeó al anciano tres veces en la cabeza. Posteriormente cogió un cuchillo de cocina con el que le asestó varias cuchilladas en el cuello y en la zona posterior de la cabeza, heridas que provocaron la muerte.

Después, Martínez se dirigío a San Juan de Beleño donde visitaba a su mujer y a su hija todos los fines de semana. Al día siguiente regresó al domicilio de su suegra para desordenar la casa para que la situación simulase un robo como posible móvil de la muerte de Lus Enrique.

El fiscal calificó estos hechos como constitutivos de delito de asesinato pidiendo 26 años y ocho meses de reclusión mayor, mientras que la defensa no consideró los hechos constitutivos de delito, por lo que pidió la libre absolución de su defendido o subsidiariamente, como un homicidio con la semi-eximente de trastorno mental, para la que pedía dos años y cuatro meses de prisión menor.

Según la sentencia, el tribunal no apreció el agravante de alevosía que defendía el fiscal y finalmete calificó los hechos como delito de homicidio con la atenuante de arrebato, condenándole a 12 años y un día de reclusión menor.