La ex-monja y su hermano regentaban na obra social para familias necesitadas en la que cuidaban a ancianos, a los que, en el momento en que ingresaban en el centro, les hacían firmar un documento por el que confiaban su dinero a la obra social.

Mediante ese escrito, la ex-monja pasaba a formar parte de la titularidad de las cuentas bancarias donde los ancianos tenían guardados sus ahorros.

El que exista un documento que autoriza a la obra social a disponer del dinero de los ancianos ha provocado que el tribunal considere que Marta ernal y su hermano no hayan cometido un delito de apropiación indebida.

A pesar de la sentencia absolutoria, el tribunal ha reconocido que la ex-monja trabajaba con entera libertad con las cuentas bancarias cedidas a la obra social y que, además, no llevaba ningún tipo de contabilidad sobre los movimientos monetarios de dicha institución.

Para la Audiencia, la falta de libros de contabilidad podría ser una acción reprochable bajo el punto de vista administrativo, pero no puede cualificarse penalmnte.

En el fallo, el tribunal no se pronuncia sobre los intereses morales de las personas necesitadas que al final de sus vidas decidian dejar todos sus ahorros a Marta Bernal, ni sobre los hábitos que la acusada llevaba en la residencia cuando ya no era monja, sobre los que la interesada dijo que se trataba de una simple bata que utilizaba para trabajar.