Una empleada del hogar de la familia de las niñas heridas en el atentado narró a Serviedia lo ocurrido y cómo, tras la "terrible explosión", los cristales del autobús saltaron hechos añicos sobre las niñas.

La sirvienta, que en aquel momento cruzaba la calle, tuvo un reflejo instintivo, y se protegió con las manos y se tiró al suelo: sólo sufrió heridas leves en el rostro.

Rápidamente la mujer se levantó y cogió en sus brazos a Juana, la menor de las hermanas, que sufría graves heridas en la pierna derecha, en tanto que Gabriela yacía tendida en el pavimento, "con un ojo destrozad", comentó entre sollozos.

Juana permanecía a primeras horas de esta tarde ingresada en el Hospital de la Princesa, donde estaba siendo sometida a una intervención quirúrgica, en estado de mucha gravedad. La acompaña su madre.

La otra niña, Gabriela, de 14 años, quedó ingresada en el Hospital Gregorio Marañon, en compañía de su padre.