"De ninguna manera se puede equiparar el aprendizaje de un arte como es un baile con el conocimiento de una lengua que representa la expresión de una cultura milenaria y que es el medio de comunicación de seres humanos de toda una comunidad", dijo Casares.

"Esta frívola comparación -dicho sea con el mayor respeto por la danza aludida- implica una ofensa a una lengua que es, en Cataluña, tan oficial como la lengua española, así como a todas las personas que tienen a la lengua catalana como expresión de su propia personalidad", añadió.

La opinión de Hernando "entra incluso en conflicto con el marco normativo actual", argumenta Casares, que, a pesar de su insuficiencia, muestra por la lengua catalana "un respeto y voluntad de promoción desconocidos por el actual presidente del Consejo General del Poder Judicial".

Lo dicho por el presidente del Poder Judicial revela que éste piensa que "el ciudadano está obligado a hablar la lengua del funcionario", cuando en cualquier democracia, también en la nuestra, "es el funcionario quien tiene que hablar la lengua del ciudadano, para un esencial respeto a los derechos fundamentales de la persona humana".