Ibarr explicó a Servimedia que, según informaciones recabadas por su asociación a través de testigos presenciales, el crimen fue cometido tras una acción organizada, en la que participaron entre cincuenta y sesenta personas, que esperaban a los hinchas donostiarras tres horas antes de que se iniciara el encuentro.

Añadió que estas personas estuvieron coordinadas en todo momento a través de teléfonos móviles y que la primera llamada se efectuó a partir del momento en que los seguidores de la Real Sociedad etraron en un bar situado frente al estadio Vicente Calderón.

Este primer contacto telefónico sirvió, según Ibarra, para dar noticia de que habían llegado los hinchas donostiarras, quienes al darse cuenta de lo que ocurría trataron de escapar, perseguidos por los "ultras" del Atlético de Madrid.

Acto seguido, salieron de dos automóviles varias personas armadas de navajas y puñales, con los que intentaron agredir a los seguidores realistas. Aitor Zabaleta, que había quedado rezagado con su novia de grupo que huía, pidió explicaciones a los agresores, que por toda respuesta le propinaron la puñalada que acabó con su vida.