E hallazgo de fósiles de arañas en lagos prehistóricos de Sudáfrica y Virginia (EEUU) ha revelado que la araña que conocemos hoy ya pisaba la Tierra hace 240 millones de años, siendo tres veces más vieja de lo que se pensaba.

La araña actual procede de su antepasado, que era más parecido a una tarántula. La especie se fue adaptando para atrapar con más facilidad los insectos que constituyen su alimento. Gradualmente, pasó a tener un tamaño menor de 25 milímetros y sus peludas patas se convirtieron en ebeltas extremidades.

Los cambios permitieron que estos insectos sobrevivieran al impacto del cometa que pudo acabar con los dinosaurios y muchas especies hace 65 millones de años, según algunas teorías. Hoy en día, siguen evolucionando para mejorar sus técnicas de caza y evasión. Las arañas saltadoras, que han reemplazado la tela por una especie de saco de dormir que mejora su movilidad y evita que se las reconozca, constituyen la familia más grande de la especie.