La entrada al recinto de la exposición, a través de la Puerta de Murillo, se sucedió durante todo el día de forma ordenada, fluida y sin aglomeraciones. Las colas no superaron, en el mejor de los casos, la treintena de metros, aunque la tónica general fue la ausencia de colas de espera.

No obstante, la asistencia fue superior a la de ayer, sbado, segunda jornada de la exposición, en las que se alcanzó al final de la jornada una cifra aproximada a los 5.000 visitantes, según diversas fuentes.

Entre los visitantes, había gentes de todas edades, pero sobre todo familias completas, incluso con niños de corta edad. Muchos de ellos llevaban las palmas y ramas de olivo, propios del Domingo de Ramos. También acudieron bastantes extranjeros, sobre todo británicos, alemanes y orientales.

El Museo del Prado no cobraba entrada hoy, como todos ls domingos, pero quienes si sacaron algún dinero fueron los vendedores ambulantes y los repartidores de propaganda de restaurantes con menú turístico.

Esta afluencia contrasta con el último monográfico de Goya albergado en el Prado en el año 93, "Goya. El Capricho y la invención", en el que se registraron colas de 200 metros y esperas de dos horas para acceder al recinto, el primer domingo de la muestra.