La sentencia considera probado que durante 1993, en fecha no determinada, el condenado se aprovechó de la confianza que tenía con la menor, al vivir ésta con su abuela en el mismo edificio, para en un garaje penetrarla en tes ocasiones, "eyaculando fuera de la vagina".

A pesar que durante todo el proceso Trueba Agudo negó los hechos y precisó que nunca había estado a solas con la menor, la Audiencia de Santander destaca el testimonio de la pequeña ante la Policía y en la vista oral, en el transcurso de la cual narró "los besos en la boca y en los genitales, así como las penetraciones, si bien durante el juicio, debido a su personalidad, no fue muy explícita".

Sobre la negación de los hechos realizada por el condenao, la sala entiende que su testimonio "carece de consistencia, ya que quedó desacreditada incluso con propias manifestaciones durante el desarrollo del proceso. La certeza de penetración viene avalada por el informe del Hospital Valdecilla".