Discapacidad
Los alumnos con TEA, muy beneficiados de la vuelta a las clases presenciales
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Los alumnos con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) resultaron beneficiados del regreso a las clases presenciales el curso pasado, sobre todo aquellos adolescentes que disfrutaron de ratios más reducidas de alumnos por aula en el segundo ciclo de la ESO.
Así lo pone de manifiesto un estudio publicado este martes y realizado por Autismo España entre 53 familias con hijos con TEA en edad escolar y varios profesionales.
Según sus resultados, las familias de niños y niñas que cursaban Educación Primaria durante el curso 2020-2021 expresaron que la vuelta a la presencialidad había repercutido “positivamente en la regulación emocional de sus hijos e hijas, sus interacciones sociales y su estado anímico (disminución de la tristeza, aumento de actividad…).
En general, destacaron los beneficios que la recuperación de rutinas (muchas de ellas asociadas al colegio) tuvo en la “autorregulación emocional de sus hijos”.
Por otro lado, los expertos consultados opinaron que “la combinación entre las clases presenciales y semipresenciales del curso 2020-2021 en el segundo ciclo de ESO y la reducción en el número de estudiantes por grupo benefició especialmente al alumnado con TEA”.
Con todo, un 30% de las familias consultadas indicaron que tras la vuelta a las aulas sus hijos habían experimentado síntomas de malestar psicológico o emocional que no presentaban antes o que éstos habían aumentado con la vuelta a las aulas.
De forma global, los padres informaron de que las dificultades que más se habían exacerbado tenían que ver con aspectos conductuales, sociales y emocionales. Entre otras, señalaron mayores dificultades para manejar las interacciones sociales que antes del confinamiento, mayor irritabilidad e inflexibilidad y un uso excesivo de la tecnología.
El 55% de las familias encuestadas aseguraron que sus hijos e hijas no necesitaron nuevos apoyos o intervenciones específicas para paliar los síntomas de malestar que pudieron derivarse de los cambios experimentados en su educación (interrupción de clases presenciales y retorno posterior con medidas específicas de prevención).
De las familias que reconocieron haber requerido nuevas intervenciones, un 14% refirió que sus hijos habían necesitado un aumento de los apoyos psiquiátricos previos a la pandemia, y un 10% que habían intensificado los apoyos psicosociales que recibían antes del confinamiento.
La investigación revela asimismo que la mayor parte del alumnado en el espectro del autismo (51%) se adaptó bien a las medidas sanitarias impuestas en los centros educativos y que no experimentó malestar emocional o psicológico en la “nueva normalidad” académica.
No obstante, un 38% de la muestra sí apuntó que sus hijos experimentaron algún tipo de malestar, fundamentalmente relacionado con el cambio de rutinas tanto personales como en el centro educativo (sobre todo, el cese o la disminución de las actividades extraescolares).
Según la mayoría de las familias, sus hijos e hijas recibieron apoyos en el entorno académico para facilitar la vuelta a las aulas, lo que facilitó su bienestar en la reincorporación a la vida escolar presencial.
No obstante, la mitad de las familias sí vieron disminuidos o interrumpidos los servicios de apoyo habituales fuera del ámbito educativo (de tipo médico, social, psicológico y psiquiátrico) tras el confinamiento, fundamentalmente por las restricciones asociadas a la crisis sanitaria. “El sistema sanitario, en general, no ha sido nada sensible a nuestros chicos, absolutamente nada”, denunció la madre de una persona con autismo.
(SERVIMEDIA)
25 Ene 2022
AGQ/clc