En un artículo que publica en el primer número de 1999 de la revista "El Socialista", bajo el título "La Constitución y el futuro", Almunia afirma que la llamada "segunda transición" está produciendo "retrocesos preocupantes en la calidad de nuestra democracia: la situación de la justicia o de los medios de comunicación públicos, la utilización de las privatizaciones para formar una nueva casta de poder económica afín alpresidente del Gobierno, la rebaja del papel del Parlamento hasta extremos no conocidos desde 1977, son ejemplos que dan la medida de los destrozos que se están produciendo en algunos de los fundamentos mismos del sistema".

Almunia asegura que "las voces que se escuchan a favor de la reforma constitucional -la mayoría de ellas nacionalistas- no serían motivo de especial preocupación si no fuese por las desconfianzas que genera este Gobierno a la hora de enfrentar la situación que estamos viviendo y deender con coherencia un texto y un modo de organizar nuestra convivencia colectiva que contaron y cuentan con el respaldo de la inmensa mayoría de los ciudadanos".

A su juicio, "lo grave no es, a estas alturas, que Aznar no apoyase la Constitución en 1978 -es notorio que no lo hizo en el referéndum-, sino cómo actúa ahora, en franca disonancia con los valores constitucionales".

"Esto último", añade, "sí merece una reflexión seria y urgente por nuestra parte, pues a la falta de liderazgo y de impuso democrático que caracterizan el talante político de Aznar se une una cierta sensación de conformismo en la opinión pública".

Almunia afirma también que "pese a la brillantez -y a veces, el manoseo- de algunos datos estadísticos, Aznar está haciendo de España un país más injusto, está conformando una sociedad menos vertebrada, una ciudadanía más resignada".