Antes de terminar con su vida, Egea remitió al juez Moreiras una carta en la que achacaba la decisión de suicidarse a los problemas económicos que padecí y, entre otros, culpaba a Alfaro de deberle un dinero que le había prestado y de darle como garantía por el crédito varias letras falsas firmadas por Alfaro y por su hija.

Tras comparecer ante el juez por espacio de más de dos horas, Alfaro explicó que la firma de dichas letras, cuyo importe asciende a 1.200 millones de pesetas, es falsa y recordó que por ese motivo presentó al día siguiente de la muerte de Egea una denuncia por falsificación.

Asimismo, negó que debiese dinero a Egea, tal como éte afirmaba en su misiva, e indicó que era el asesor financiero el que le debía a él unos 40 millones por la venta de unos productos.

Indicó que en su declaración se ratificó en el contenido de la documentación que entregó el pasado 27 de octubre al juez, en la que explica sus relaciones comerciales con Egea, que consistieron esencialmente en suministrar al economista regalos de navidad y en algunas operaciones financieras de colocación de activos.

Finalmente, tras reconocer que este caso ha perjdicado a su imagen personal, Alfaro dijo no explicarse las razones por las que Egea le implicó y señaló: "No puedo poner la mente en una situación de enajenación y psicopatía para poderlo aclarar", al tiempo que se lamentó de que "me ha tocado en mi vida un loco".

Además de Benedicto Alfaro, hoy prestaron declaración ante Moreiras su hija María del Carmen, cuya firma figura supuestamente en las letras falsificadas, así como otras personas a las que Egea involucró en su muerte.