Se trata de un lector que los delincuentes colocan en la puerta de los cajeros y que, con el pretexto de servir para dar entrada al puesto automático, sólo sirve para que los "piratas" se hagan con los datos de la tarjeta que, posteriormente, utilizan para "saquear" la cuenta del propietario.

El "modus operandi" de los delincuentes es sencillo: cuando un usuario va a sacar dinero fuera del horrio laboral y se encuentra la puerta del cajero cerrada debe pasar la tarjeta por un lector que facilita la entrada.

El problema es que el lector, con el que no se consigue abrir la puerta y, habitualmente enciende un piloto verde y luego uno rojo, no es propiedad del banco, sino de los delincuentes, que lo han adosado de tal manera que parezca parte de la instalación bancaria.

En ese momento, los delincuentes ya tienen grabados los datos de la tarjeta automática. En unos días, cuando el usuario omprueba su cuenta descubre que la han "limpiado" hasta dejarla a cero.