Al mismo tiempo Torres aseguró que las cifras que se da de un 10% de la inversión global de publicdad en el 92, no era correcta, porque las administraciones públicas utilizan "la técnica del salchichón, cortan sus presupuestos en rodajas y las meten en distintos bocadillos, con lo que se hace difícil controlar su gasto en anuncios".

Esta afirmación fue contestada por el presidente del Instituto de Comunicación Publicitaria, Rafael Alberto Pérez, quien señaló que "hay una tendencia a que el Estado se convierta en todo el mundo en el primer anunciante, puesto que es su función regular conductas".

Según Pérez, en el año 92 la administración central se gastó 20.000 millones de pesetas en anuncios y la periférica 40.000 millones.

Asimismo aseguró que los anuncios efectistas y tremendistas, como los de la Dirección General de Tráfico no son eficaces y añadió "o hacemos zapping porque nos irritan o los olvidamos pronto porque todo lo que nos crea stress se olvida".

Sobre la actual campaña publicitaria de Tráfico, anunció que "está importada de Australia, donde ha funcionado, porque se compleó con una campaña de promoción social, primando a quien conducía bien" y añadió "aquí habría que enseñar bien a los jóvenes desde el bachillerato en el propio colegio, como sucede en los Estados Unidos, pero aquí sacar el carnet es un negocio".

No obstante, no dejó de admitir que con todo los resultados de la campaña de Tráfico eran positivos.