En su réplica durante la comparecencia de Sánchez en el Congreso para hablar de distintos temas, Abascal le recriminó el “tono versallesco y falsario” que a su entender había empleado, y que agradeciera al portavoz del PSOE, Patxi López, su “tono”, cuando lo que había protagonizado era “una subida de tono”.

Seguidamente, preguntó a Sánchez por qué conoce el informe de la UCO que exculparía de tráfico de influencias a su mujer, Begoña Gómez, si está bajo secreto de sumario, y le acusó de haber “iniciado otro conflicto diplomático”, hoy con Israel después del de Argentina, por haber anunciado que reconocerá al Estado palestino.

A partir de ahí enumeró, frente a las acusaciones de “violencia política” que le habían hecho Sánchez y López, los insultos que desde el Gobierno y sus aliados se han vertido contra el presidente de Argentina, Javier Milei, y contra Vox, llamándole fascista, racista, nazi o “brazo del terrorismo machista”.

RECONVENCIÓN DE ARMENGOL

A la tercera vez que se dirigió a Sánchez como “majestad”, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, le instó a no emplear esa expresión, pero Abascal se reafirmó en ella negándose a que le prohíban “la ironía”. “Voy a decir lo que creo que tengo que decir, con el tono con que creo que tengo que decirlo”, advertiría más tarde.

Finalmente, ante la interpretación de que la supuesta violencia política de Vox conduce a la violencia física, Abascal atribuyó “tiros, bombas y asesinatos” a “la tradición” de algunos socios parlamentarios del Gobierno, en alusión a EH Bildu, así como las agresiones a policías por independentistas catalanes y el lanzamiento de adoquines en mítines del partido.

“No se dan ustedes cuenta de hasta qué punto son responsables de la ruptura de la convivencia en España”, reprochó Abascal a Sánchez. Luego aseguró que está enfrentando a España con países como Estados Unidos, Italia y Argentina, donde gobierna lo que él llama “ultraderecha”, mientras apoya a líderes como el colombiano Gustavo Petro, el venezolano Nicolás Maduro, el brasileño Luis Inázio Lula da Silva o el cubano Agustín Díaz Canel.

Las últimas palabras se las dedicó al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, insistiendo en pedirle que rompa cualquier ofrecimiento de pacto al PSOE, en que rompa su alianza en Europa y en que plantee contra la amnistía un conflicto institucional por la Ley de Amnistía. Y le sugirió que abandone su “obsesión” con Vox porque este partido “no va a desaparecer”.