Según Aguilera, la organización "nació para atender a un amplio sector de nuestra población que se encuentra atrapado por la adicción patológica al juego".

La Asociación Terapéutica del Juego de Madrid, que lleva en funcionamiento un año, ha atendido hasta la fecha a unas 50 personas.

Tiene carácter altruita y benefico-social, es totalmente independiente y no está vinculada a ninguna otra organización social o institucional.

SIN AYUDA OFICIAL

ATEJ no recibe ningún tipo de ayuda económica por parte de la Administración y funciona gracias a la aportación de sus socios, entre 35 ó 40, que pagan una cuota de 500 pesetas al mes.

Según Pedro Aguilera, el objetivo fundamental de la entidad es resolver los graves problemas personales que sufren estos enfermos y que inciden en su ámbito familiar, laboraly social.

Además, el programa de la asociación incluye otros fines, como la promoción y el fomento de actividades y programas sobre la problemática de los juegos de azar, la creación de centros de prevención y rehabilitación y la reintegración de los ludópatas en la sociedad.

Un grupo de psicólogos, asistentes sociales y un médico atienden de forma gratuita a todos los enfermos que acuden a la Asociación Terapéutica del Juego, donde desarrollan una serie de programas destinados a la rehabilitació de los adictos al juego.

El programa de trabajo que lleva a cabo este equipo de profesionales comienza con una entrevista personal donde se acoge, orienta e informa al ludópata.

FOMENTAR LA CONFIANZA

Entre los tratamientos aplicados a estos enfermos, destaca el grupo de actividades de ocio, cuyo objetivo es fomentar la confianza en sí mismos y el reconocimiento de intereses y capacidades, a través de la participación y actividades en grupo.

"Todos los tratamientos", añadió Aguilera, "que esarrollamos en nuestra asociación están altamente comprobados y funcionan, pero la familia es la clave para conseguir la curación de estas personas".

En su opinión, el ludópata juega para lograr unos resultados, y cuando no los consigue entra en una profunda frustración, asediado por la idea de volver a jugar para recuperarse.

Desavenencias familiares, necesidades económicas, pocas expectativas en el trabajo o ausencia de amigos, son algunos de los motivos que inducen a las personas a recurrir a juego.