Rodríguez Zapatero compareció ante el pleno del Congreso de los Diputados para explicar esa misión, pendiente desde meses atrás y concretada tras el asesinato de dos guardias civiles y un intérprete el pasado mes de agosto.

“Debemos permanecer en Afganistan, asumiendo las actuales responsabilidades, mientras sea necesario, mientras estén en peligro la seguridad del país y de la región, la segurida global y la seguridad de los españoles, y siempre dentro del marco de legitimidad y de consenso de la comunidad ionternacional”, aseguró.

Abogó, en ese sentido, por trabajar “con eficacia, y en todas las dimensiones del conflicto”, para que la misión militar “concluya cuanto antes”.

El presidente dejó claro que la misión “no puede tener duración indefinida” y que no es esa la intención del Gobierno afgano ni de la comunidad internacional. Es momento, añadió, de que las autoridades de Kabul demuestren su capacidad de luchar contra la corrupción y el tráfico de estupefacientes, y a favor de la estabilidad y el fortalecimiento institucional, para que vayan asumiendo su propia seguridad en el proceso de “afganización”.

Junto con la Unión Europea y el resto de países participantes en la misión “allí estaremos presentes hasta que, tras la oportuna evaluación, acordemos juntos que no es necesario”.

El presidente se mostró convencido de que sólo en diálogo “franco y constructivo” con los países de la región podrá avanzarse hacia la estabilización y se refirió expresamente a la necesidad de implicar a Pakistán, India, Irán, Arabia Saudí, Rusia, China y Turquía.

Desde el primer momento, el presidente subrayó que esa misión nació “a petición y al amparo” de Naciones Unidas y que cuenta con un “amplísimo consenso” de la comunidad internacional con el fin de sacar a Afganistán de un régimen “atroz” que “además de violar masivamente los derehos humanos, daba apoyo y cobijo al terrorismo internacional” y que sacudió a Estados Unidos, Bali, Casablanca, Yakarta, y con “extraordinaria saña” a Madrid.

Eso, junto a la importancia geoestratégica de Afganistán, es por lo que su estabilidad “nos concierne a todos” y prueba de ello, añadió, es que entre las fuerzas políticas españolas hay un mayoritario consenso sobre la necesidad de permanecer allí hasta que el país deje de ser una amenaza.

El presidente reconoció que los avances en esa estabilización van llegando a un ritmo “muy lento” y que los militares trabajan “en un escenario de violencia y de conflicto, un ecenario bélico”, que en la región controlada por los españoles se ha recrudecido “como consecuencia de que las autoridades afganas están ampliando su control sobre partes del territorio que antes estaban bajo dominio de la insurgencia”.

En todo caso, reiteró su compromiso de seguir aumentando la seguridad de las tropas, que están “preparadas, dotadas y capacitadas para hacer frente a los riesgos”.

El presidente expuso además la labor de cooperación al desarrollo que España ejerce en Afganistán, a la que se han destinado 150 millones entre 2006 y 2010 y se sumarán 60 entre 2011 y 2012, más otros 10 para apoyar el programa de reintegración del gobierno afgano. En total, 220 millones de 2006 a 2012, más los 1.900 que ha supuesto la contribución de España a la misión militar desde hace casi nueve años.