La noche del 7 al 8 de febrero de 2006, R.Q.S., de 65 años y con antecedentes de hipercolesterolemia y tabaquismo, acudió a su centro de salud en Murcia porque tenía dificultad para respirar y dolor en el pecho y en la espalda, que se extendía a los brazos.

En la consulta fue atendido por un médico, que le tomó la tensión, cuyo resultado fue 12 de máxima y 8,5 de mínima, y le practicó una leve auscultación. Como al hombre también le había dolido el estómago, el médico, sin realizarle más pruebas, le diagnosticó gases y le dio como tratamiento un comprimido de buscapina.

A la mañana siguiente el paciente fue hallado muerto por su mujer, siendo certificado el fallecimiento por su médico de cabecera, quien estableció como causa más probable del mismo un infarto agudo de miocardio.

La familia del fallecido presentó una reclamación por la asistencia médica recibida, al entender que se infringieron los protocolos de manejo del paciente con dolor torácico para descartar un síndrome coronario agudo, obviando síntomas claros.

Según la familia, una correcta praxis hubiera llevado a realizar pruebas de rutina (electrocardiograma, análisis de sangre y determinación enzimática) por las que se hubiera podido diagnosticar y tratar la dolencia.

El Servicio Murciano de Salud ha atendido extraprocesalmente la reclamación de la viuda e hijos del fallecido, indemnizándoles con 90.000 euros, según informó la asociación.