En concreto, este análisis muestra una visión predominantemente positiva, dado que una cantidad importante de los encuestados (45%) cree que el impacto de la IA será significativo y el 41% menciona que la mejora será moderada.

Entre las principales áreas en las que se emplea la IA, se encuentran el aprendizaje y la formación, que mencionan el 62% de los encuestados, el entretenimiento (56%), la comunicación (55%), el trabajo (55%), la creación de contenido (54%) o la gestión personal (53%).

Los datos del informe demuestran que, aunque el 82% de las personas con discapacidad tiene una actitud positiva frente a la tecnología y un 23% cree que la IA podría mejorar su calidad de vida, un 28% no está seguro de sus beneficios.

En este sentido, los usuarios destacan como beneficios ya experimentados el fácil acceso a la información y a los servicios y mejoras en la educación y en la formación, así como en la realización de tareas cotidianas. Sin embargo, las mejoras en la calidad de vida y en la autonomía no se encuentran entre los principales beneficios ya percibidos por los encuestados, ya que solo son reportados por el 40% de ellos.

Tal y como explicó la directora de Fundación Randstad, María Viver, estos datos “muestran una brecha importante entre el impacto potencial y real de la IA en la vida de las personas con discapacidad, por lo que es imprescindible seguir trabajando en una doble vía para paliar este impacto negativo: mediante la formación en IA para los usuarios y mediante la aplicación efectiva de esta tecnología en los distintos procesos que llevamos a cabo en Fundación Randstad”.

El informe también concluye que la IA es percibida como una herramienta que puede facilitar la vida y las tareas cotidianas, pero todavía se observan obstáculos que impiden que su impacto real en la calidad de vida sea mayor.

De hecho, según los encuestados, las mayores dificultades percibidas para comenzar a utilizar esta tecnología son la falta de conocimiento o información (54%) y la insuficiente capacitación (50%). Además, un 38% señala preocupaciones relacionadas con la privacidad y la seguridad, mientras que un 28% identifica la falta de recursos económicos como un obstáculo significativo.