Durante la presentación de la encuesta, realizada entre 1.200 amas de casa de todo el Estado, la presidenta de CEACCU, Isabel Avila, señaló que el estudio pone de manifiesto la escasa e insuficiente información que recibe el consumidor español sobre los aliments; y por tanto la necesidad de crear cuanto antes una Agencia de Seguridad de los Alimentos.

Un 73% de las personas mayores de 55 años reconoce tener dificultad a la hora de leer y comprender la lista de los ingredientes del producto que compran, y un 51% de las consumidoras preguntadas considera que las alegaciones saludables que ofrecen la publicidad de los alimentos son "sólo un truco para vender".

Teruca Rivas, autora del informe señaló que "la insatisfación general con el etiquetado se refiee por igual a los alimentos envasados, como a los frescos. De este modo, un 61% de las encuestados denuncia la ausencia de datos significatios en los alimentos frescos, vendidos al peso o envasados previamente por el establecimiento comercial".

El estudio pone de manifiesto que el descontento con el etiquetado de los alimentos frescos, motiva a las españolas a seguir otros criterios "más subjetivos" de seguridad a la hora de adquirirlos, como el aspecto del alimento, la higiene del establecimiento y l confianza que éste les merece.

TRANSGENICOS Y GANADERIA

En torno a los transgénicos se han producido los mayores niveles de abstención en toda la encuesta. Teruca Rivas precisó que "la información circulante sobre los alimentos modificados genéticamente es escasa, ya que las consultas sobre otros alimentos (como los funcionales o saludables) y otras sustancias o componentes (aditivos y nutrientes) evidencian un mejor conocimiento sobre su influencia en la salud de estos componentes".

Por últim, la encuesta revela que el sector de la producción primaria, principalmente la ganadería, es el eslabón de la cadena alimentaria que menos garantías ofrece a las españolas.

"El empleo de estimulantes (hormonas y finalizadores), para engordar fraudulentamente al ganado destinado al consumo cárnico, es considerado el punto más negro de la cadena alimentaria, en concreto para un 85% de los consumidores. Le siguen a continuación el uso de antibióticos en la ganadería, y el empleo de pesticidas y herbicids en los cultivos; así como la utilización de piensos inadecuados", aclaró la autora del estudio.