La nueva norma, que ha sido adoptada tras dos años de debate intenso y constructivo, con una votación de 439 a favor, 4 en contra y 11 abstenciones, es el primer instrumento aprobado a nivel internacional destinado a reforzar la contribución del mundo del trabajo al acceso universal a la prevención, tratamiento, cura y apoyo frente al VIH.

Contiene disposiciones sobre programas de prevención que "podrían salvar la vida de personas" y sobre medidas contrarias a la discriminación a nivel nacional y del lugar del trabajo.

Destaca además la importancia del empleo y de las actividades generadoras de ingresos para los trabajadores y las personas que viven con VIH, en particular a efectos de la continuidad del tratamiento.

La directora del Programa del Programa sobre VIH y sida y el mundo del trabajo de la OIT, Sophia Kisting, declaró que "con este nuevo instrumento de derechos humanos podemos aprovechar la fuerza del mundo del trabajo y potenciar las intervenciones en el lugar de trabajo para mejorar de manera significativa el acceso a la prevención, tratamiento, cuidado y apoyo", de tal manera que "esta norma es una contribución fundamental para hacer realidad el sueño de una generación libre de sida".