El trabajo pone de manifiesto que un 62,5% de los progenitores están casados y un 17,5% son divorciados; mientras que un 57,5% de ellos son “padres ausentes”, bien por ausencia física o bien porque “están como si no estuvieran”.

Del mismo modo, un 75% de ellos son “disfuncionales”, es decir, que son incapaces de atender las necesidades educativas de sus hijos; un 35% son delincuentes; un 70% tienen una relación conflictiva con sus hijos; y un 40% responden a un modelo de paternidad autoritaria.

En ese sentido, Isidro Catela, autor del informe, destacó que “la relación entre padre e hijo es una cuestión inevitable y a menudo central en la trama” de las películas, y añadió que muchas de estas relaciones son “conflictivas”, pero “también es verdad que, en bastantes ocasiones, esto es un recurso necesario para un abrazo final, reconciliación entre ellos, o, al menos, una búsqueda del padre que se ha perdido”.

Por su parte, la directora general de The Family Watch, María José Olesti, subrayó que este informe ha de servir de acicate para “hacer una reflexión sobre la necesidad de continuar haciendo pedagogía de la familia y la educación, aprovechando las oportunidades que se nos ofrecen desde la cultura audiovisual para poder utilizarlas en nuestros hogares como una herramienta de formación dirigida a nuestras hijas e hijos desde que son pequeños”.