El planeador es capaz de sumergirse a una profundidad máxima de 1.000 metros. Aunque pesa 52 kilos y mide dos metros de largo, no necesita combustible y carece de hélices, pues utiliza su flotabilidad para desplazarse. Su gran autonomía sólo es complementada por una batería para alimentar sus sensores de bajo consumo.

Cada vez que el dispositivo salga a la superficie, enviará vía satélite datos de las condiciones físicas del agua (temperatura, salinidad, densidad, contenido de clorofila y velocidad de la corriente, entre otros datos).

Según informó el CSIC, las pruebas que aportará el robot darán información acerca del sector marítimo-pesquero, como previsiones del estado de la mar o posibles derivas de larvas o residuos contaminantes. Además, el interés del estudio estriba en que los afloramientos producidos cerca de la costa originan las zonas pesqueras más productivas, ya que las aguas profundas son ricas en nutrientes fruto de la descomposición de materia orgánica sedimentada.

"Al emplear este tipo de robots de muestreo, es posible obtener una mayor frecuencia de observaciones del afloramiento que se produce en la costa que si empleásemos un barco. Además, se reduce el coste", explicó el investigador del CSIC Des Barton.