Este síndrome, caracterizado por una sensación de falta de energía, desmotivación o tristeza al reincorporarse al trabajo tras las vacaciones, es más común en países en los que los trabajadores disfrutan de largos períodos vacacionales. Este es el caso de España, donde el grueso del descanso anual se concentra fundamentalmente en los meses de verano.

Así, el estudio asegura que para prevenirlo es recomendable dividir los días de vacaciones a lo largo del verano con el objetivo de “no llegar a crear hábitos de vida de los que luego costará huir”. Otros consejos que aporta el informe son no volver del lugar de vacaciones el día anterior a la reincorporación al trabajo y afrontar ésta con una actitud positiva.

Respecto a los factores clave a la hora de entender quién es susceptible de padecer este síndrome, el estudio revela que no existe un perfil concreto, si bien hay ciertas características comunes entre aquellas personas a las que más les cuesta hacer frente a su vuelta al trabajo. Destacan la poca tolerancia a la frustración, las vacaciones demasiado largas y un entorno laboral conflictivo o poco motivador.