Entre sus propuestas, destaca la de no comprar "souvenirs" hechos con restos de seres vivos, como los corales, conchas, pieles, objetos de marfil o de carey. Además de afectar a especies en peligro de extinción, expone a quien las compra a "fuertes multas" en la aduana en el viaje de regreso.

Los ecologistas también apuestan por abandonar, en la medida de lo posible, los desplazamientos en avión, que contribuyen a la emisión de CO2 a la atmósfera, e intentar elegir destinos más cercanos a los que se pueda acceder con medios de transporte que generen un menor impacto.

Además, subrayan la importancia de rechazar ofertas turísticas que se realicen en playas de desove de tortugas o la cría de otras especies, así como de hospedarse en hoteles que cuenten con sistemas de reciclaje de residuos y usen fuentes de energía renovables.

No hacer fuego en el campo, no verter residuos al mar, realizar las excursiones a pie o en bicicleta y verificar, si se juega al golf, que las canchas están regadas con agua reciclada son otros de sus consejos.

Los últimos datos de la Organización Mundial del Turismo responsabilizan al sector de alrededor del 5% de las emisiones globales de CO2. El 75% de ellas provienen del transporte.