Las más vendidas son las ‘listas’, con un 50% de aceptación. Les siguen las de ‘Santa Clara’, con un 20%, las ‘tontas’, con un 15%, y las ‘francesas’, con un 10%. Además, existen otras modalidades como las de ‘Alcalá’, ‘chocolate negro o blanco’ o de sabores, que prefiere el 5% de los consumidores.

Lo que diferencia a cada modalidad de rosquilla es su acabado final. De esta manera, las rosquillas ‘tontas’ no van bañadas con ningún producto, mientras que las ‘listas’ están recubiertas con un azúcar 'fondant', generalmente de color amarillo. Las de ‘Santa Clara’ están recubiertas con un merengue seco, originalmente blanco, mientras que las ‘francesas’ cuentan con un rebozado de granillo de almendra.

Según informó la Comunidad de Madrid en un comunicado, este año, además, este típico dulce madrileño tiene sabor solidario, ya que la Asociación de Empresarios Artesanos de Pastelería de Madrid (Asempas) ha puesto en marcha la campaña ‘Rosquillas de San Isidro Solidarias’, con la que se quiere recaudar fondos para la Asociación Americana contra el Cáncer a través de la compra de rosquillas en los establecimientos artesanos adheridos a esta iniciativa.

El viceconsejero de Economía e Innovación, Javier Ruiz, ha visitado el obrador de La Santiaguesa, un negocio familiar con 45 años de tradición puesto en marcha por el maestro pastelero Daniel Guerrero.

Ruiz señaló que “este emblemático negocio es uno de los 2.000 establecimientos del sector pastelero de la Comunidad de Madrid, que

actualmente da empleo a más de 5.000 personas en nuestra región”.