En declaraciones a Servimedia, Cosío habló de "paripé", "pantomima" y “puesta en escena” por parte de ETA para intentar “captar protagonismo”, dado que ”la entrega de armas se podía haber hecho sin tanta escenificación y tanto medio de comunicación”; se ha tratado, por tanto, de “un circo para buscar el protagonismo que perdieron y que nunca debieron tener, pues lo tenían sólo porque mataban gente”.

“En su discurso no hay ningún tipo de abandono de la lucha armada. Lo dejan porque la presión de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y sobre todo de las fuerzas abertzales han desembocado en el lugar donde nos encontramos".

"Para ellos esto es una salidad digna”, prosiguió Cosío, que no obstante prometió que la policía seguirá trabajando para poner a disposición judicial a los terroristas que tengan causas pendientes, ignorando de esta forma el propósito de los abertzales, que a su juicio han organizado este desarme “para poner encima de la mesa sus reivindicaciones” de siempre.

Por su parte, Labrado interpretó la escenificación como “un gesto de debilidad extrema, de derrota; no es una concesión sino un callejón sin salida al que se han visto abocados”. Pero, al mismo tiempo, como “un espectáculo bochornoso, un teatrillo montado por personajes cercanos a la banda más por darle una salida airosa”.

El secretario general de la CEP reiteró que a la Policía sólo le interesa la disolución de la banda y que seguirá trabajando por ella “sin concesión y sin bajar la guardia”, a la par que prometió tratar de resolver los crímenes pendientes de resolución. Paralelamente, urgió a “proteger la memoria de las víctimas” e impedir que cuaje el relato “equidistante” entere víctimas y verdugos.